" When he opens his arms and holds you close tonight, it just won't feel right 'cause I can love you more than this, yeah.
When he lays you down, I might just die inside, it just don't feel right 'cause I can love you more than this, yeah.
I can love you more than this."

Disfruta de los imaginas de los chicos, sacados de lo más profundo de mi cabeza.
Guten tag, (;

sábado, 15 de junio de 2013

3º Imagina.


"No voy a romperlo, solo quiero curarlo."


Te dejaste caer en el húmedo suelo de aquel callejón sin salida, con la ropa sucia y la respiración agitada. Acababas de ver delante de tus ojos lo peor que podrías haber imaginado, y los recuerdos se agolpaban en tu cabeza sin dejarte tranquila, impidiendo que las lágrimas dejasen de caer por tus ojos, y produciendo auténticos quebraderos de cabeza. 
Del bolsillo de tu chaqueta de cuero sacaste tu caja de tabaco y, después de prometerte a ti misma miles de veces que no volverías a hacerlo, caíste de nuevo en aquella droga. 
El humo ya impedía toda visión posible cuando escuchaste aquellos pasos, pero tus recuerdos viajaban horas atrás, cuando las dos personas más importantes para ti se habían asociado para hacerte sufrir de la mayor manera posible.
La imagen de tu ex novio en la cama con tu mejor amiga no salía de tu mente, pero por una extraña razón fue sustituida por unos ojos miel. 
Unos ojos miel que estaban ahora mismo acuclillados delante de ti. 
- Ninguna chica debería estar destrozada en un lugar como este. Y eso, es malo. -dijo, quitándote el cigarro, para darle después una calada. 
- ¿Decías que era malo? -alzaste el ceño.
- Mejor que el cáncer lo pille yo, ¿no?
- En este momento, incluso agradecería uno de ellos. -te inclinaste hacia delante, con intención de volver a arrebatarle el cigarrillo, pero se echó para atrás y tus piernas flaquearon, cayéndote encima de él. No estabas para tíos, y mucho menos para estar sentada encima de uno de ellos, así que disculpándote rápidamente te levantaste.
- Creo que debería irme a casa ya. Quédatelo si te hace ilusión. -señalaste con la cabeza el cigarro que el chico de pelo azabache y ojos miel tenía en la mano. Pero no te dejó marchar, sin antes cogerte del brazo.
- Dime algo con lo que pueda volver a verte. Lo que sea. -pusiste los ojos en blanco, el día que habías conocido a tu, ahora ex novio, te había dicho exactamente las mismas palabras, y volviendo a caer, soltaste lo mismo que aquel día.
- Parque Greenway, puede, solo puede, que los sábados por la mañana vaya a sacar fotos al lago. -te soltaste de tu brazo y volviste corriendo a casa. La presión de tu pecho parecía que te dejaría sin aire y, cuando por fin pudiste dejarte caer en cama, tomaste grandes bocanadas de aire intentando sentir algo. Cualquier cosa. Cerciorarte de que no eras un ser inerte, con el corazón roto. Pero esa sensación de vacío no salía de tu cuerpo, por mucho que lo intentases. Y con una opresión en el pecho y el peso de un cuerpo inerte, cerraste los ojos. Para, sorprendentemente, encontrarte con otros, miel, mirarte.



El dolor que sentías latir por todo tu interior tampoco se había ido al despertarte aquella mañana de sábado. Unas ganas enormes de librarte de él, y de volver a sonreír palpitaban en tu mente, aunque eras completamente consciente de que eso no ocurriría, pero sí conocías algo que te libraría de aquella opresión durante un tiempo. Algo que se había convertido en costumbre. Con la cámara y los objetivos en el bolso, caminaste hacia Greenway bajo el cielo gris de Londres. Tenía toda la pinta de ponerse a llover en breves, pero aquel calor infernal, muy impropio de estas tierras, incitaba lo contrario.
Poner un pié en aquel parque fue retroceder en el tiempo a la noche anterior.

"Parque Greenway, puede, solo puede, que los sábados por la mañana vaya a sacar fotos al lago."

Las palabras que dijiste al moreno, al mismo que había rondado tu cabeza toda la noche, con sus ojos miel y su sonrisa, retumbaron en tu cabeza, estridentes. ¿Aparecerá? ¿En serio quería volver a verte? ¿Él era tan  

ingenuo como para creer que tú merecías la pena?
Igualmente las ganas de que él apareciera eran infinitas, y rogaste que lo hiciera, para no sentirte sola más tiempo. Odiabas la soledad que emanaban tus recuerdos y lo necesitabas. A aquel chico que te había sacado del callejón y del estado de desánimo en el que te había encontrado.
La colina cercana al lago, tu lugar de siempre, fue el que escogiste para empezar a sacar fotos. El lugar era mágico, y poca gente solía acercarse allí, por lo que era perfecto; lugar solitario para la chica solitaria.
Las primeras fotos salieron perfectas, la lenta corriente del lago, las hojas de los árboles moviéndose con la suave brisa...La tercera ya no salió bien, o mejor dicho, en la tercera encontraste un fallo. Lo que pretendía ser un lago se habían convertido en unos ojos miel, y la pradera, en el cuerpo de un chico moreno. Levantaste la cabeza de la pantalla de tu cámara y ahí estaba, plantado delante de ti. Con la misma sonrisa que ayer.
- Tenía la esperanza de que este sábado, no fallarías. -habló él primero, sentándose a tu lado.
- Y ya que tú eres sincero conmigo, voy a serlo yo contigo. Llevo todo el camino deseando que aparezcas. No quería seguir...estando sola.
- No estás sola. Todos tenemos a alguien
-Te equivocas. Tu "todos" es falso. O yo soy la excepción. Eses "todos" a los que te refieres se han ido de mi lado.
- Tengo la impresión de que tienes el corazón roto. ¿Puedo saber por qué?
- Mis padres mueren, la responsabilidad de seguir adelante en la vida cae completamente sobre mis hombros, mi novio se acuesta con mi mejor amiga...
- Para. ¿Eso es lo que te pasaba ayer, cierto? -el primer trueno de la tormenta sacudió el ambiente. Pero el calor seguía presente. Las primeras gotas os obligaron a poneros de pié.
- Sí. -el segundo trueno sonó, dando comienzo a la gran tormenta y a las miles y miles de gotas de agua que ahora caían sobre vosotros. Correr hacia debajo de aquel gran sauce llorón era la opción que habías escogido, aunque muy poco útil, ya que las gotas se colaban igualmente entre sus hojas.
- Si vuelvo a verte llorar por eso, me enfadaré.
- ¿"Si vuelves"? ¿Cuántas veces más vamos a vernos...?
- Zayn.
- ¿Cuántas, Zayn?
- Dime tu nombre, tu número y eso dependerá de ti a partir de ahora.
- ¿Cuántas veces estarías dispuesto a aguantarme? A mí y a mis constantes cambios de humor, a mis berrinches y gritos, y a mi arrogancia constante, solo por estar conmigo.
- Si seguirte como un perro faldero durante el resto de mi vida te hace feliz, prepara la correa.
- ¿Por qué? ¿Por qué dices esas cosas? Recuerdo que la primera vez que te vi fue ayer.
- ¿Crees en el amor?
- Sí, cuando ya llevas un tiempo conociendo a esa persona, y hablando...
- Pues yo no lo hacía, no sabía lo que era estar perdido hasta que te encontré, no sabía lo que era estar solo hasta que saliste por ese callejón, no sabía lo que era el miedo hasta que solo contaba con la esperanza de que te dignaras a aparecer hoy, aquí. La chica del callejón, eres la chica del callejón.
- No, soy _____. La chica a la que salvaste de un cáncer de pulmón. -dijiste la primer tontería que se te ocurrió al ver todo su cuerpo completamente mojado, seguramente el tuyo estaría en las mismas condiciones, pero el suyo, a diferencia, se acercaba. Cuando sus labios estaban a centímetros de los tuyos, interpusiste un dedo entre ellos, evitando el beso.
- No vas a romper mi corazón.
- No voy a romperlo, solo quiero curarlo. -sonó el tercer trueno, anunciando que las gotas no cesarían.
Fue el último de los truenos antes de que tus labios y los suyos se uniesen en uno solo.




Fin. 

lunes, 10 de junio de 2013

2º Imagina.


"Quiero intentarlo contigo."


Estás sentada en el césped del parque, de repente unos gritos te hicieron volver a la realidad. Provenían de un grupo de chicos corriendo detrás de una paloma a la que llamaban "Kevin". No les quitaste la vista de encima, te reías con sus tonterías, hasta que por un momento la paloma a la que perseguían se colocó a tu lado. Oíste como susurraban un ‘despacito’ y se acercaban. Aún así su técnica no funcionó y la paloma se fue volando.
-Me cag… -empezó a maldecir uno de ellos.
-Louis, ¿no podemos descansar? - dijo el rubio.
-¡No descansaré hasta que le enseñe a esa paloma a ladrar! Este salió corriendo otra vez, detrás salieron otros tres, un último reparó en tú presencia. Ojos verdes y rizos castaños. Se sentó a tu lado y empezasteis a hablar.
-Desde que estoy en España, eres lo más bonito que he visto. -dijo en un mal español.
-¿Estás intentando ligar?
-No, solo estoy diciendo la verdad. Soy Harry.
-Yo ( TN ).
-Un nombre bonito para una chica guapa.
-Harry, guapo, deja de ligar.
-Después soy yo… ¿Y que haces aquí sola?
-Ver como cinco chicos persiguen a una paloma.
Uno de ellos, el moreno de ojos miel, le dijo a Harry que se tenían que ir.
-Dame tu número y te llamo.
-Vas a tener que ganártelo.
Este sonrió y te tumbó en el suelo, sentándose encima tuyo. Los dos os mirasteis a los ojos, sentías su respiración en tus labios.
-Harry, ¿que haces? -preguntaste tragando saliva al ver que comenzaba a buscar algo en tus bolsillos, tocando más de lo que debía. Él no contestó, metió las manos en el bolsillo de delante de tú pantalón y sacó tu móvil.
-¿Qué haces con mi móvil?
-Si quieres recuperarlo, tendrás que llamar. -dijo antes de irse corriendo con él. Sonreíste y te quedaste sentada pensando en el chico de ojos verdes que te había quitado el iPhone. Al llegar a tu piso, cogiste el teléfono fijo y llamaste a tu número.
-¿Sí?
-Soy la dueña del móvil.
-¡Ya decía yo que no podías vivir sin mí.
-Deja de ligar y devuélveme el móvil.
-Mañana, en el parque de hoy, a las diez de la noche, ahí te espero.
-Allí estaré.
Colgasteis el teléfono al mismo tiempo, y agotada, te dormiste.

Cuando acabaste de desperezarte, seguías dándole vueltas a una cosa. Habías soñado toda la noche con el chico de ojos verdes. Con su sonrisa, su forma de ligar y su mal español. Por un segundo la imagen del parque , él encima tuyo, apareció en tu cabeza. Sonreíste sin saber el motivo. Te pasaste todo el día dándole vueltas, no sabías por qué. No eras de la clase de persona que se emboba tan fácil, pero…¿que le íbamos a hacer si te habían embobado esos hoyuelos? Intentaste dejar de comerte la cabeza y empezaste a arreglarte. ¡Solo ibas a buscar tu móvil! Diste vueltas por toda la habitación hasta que por fin llegó la hora de ir al parque. Saliste como un rayo de tu apartamento y te dirigiste al parque con paso rápido. Al llegar, todo estaba completamente oscuro y no veías al chico de ojos verdes. Por ver, no veías nada. Dando pasos, chocaste con un banco, en el que decidiste sentarte a esperarlo. Como no se dignara a aparecer…
En seguida unas manos te taparon los ojos. ¿Te estaban secuestrando? No. No podía ser.
Reconociste el olor de su perfume, no te lo habías quitado de la cabeza durante el día.
-¿Harry?
-El mismo de ayer.
-Qué susto me habías dado. ¿Porqué está todo tan oscuro?
-Eso da igual. Ahora dame la mano.
-¿Y mi móvil?
-¿Acaso importa el móvil? -aún así te lo dio. La pantalla estaba completamente negra y en el medio había un círculo naranja.
-Lo has matado.
-Dale al círculo.
Hiciste lo que te dijo. De repente todo se iluminó. Pudiste ver pétalos de rosa tirados por todo el césped del parque, completamente solos y en medio de los pétalos había un mantel sobre el suelo, con velas en cada esquina.
-¿Has hecho tú todo esto?
-¿Te gusta?
-¡Es precioso!
-Ven -dijo cogiéndote de la mano- vamos a ver las estrellas.
Os tumbasteis en el mantel y mirasteis el precioso cielo estrellado. Harry se giró y en vez de mirar las estrellas, te miraba a ti.
-¿Por qué no miras las estrellas?
.Por que hay algo que me apetece más mirar. -Los dos os incorporasteis.
-Pero…
-¿Quieres estarte quieta para que pueda verte?
-¿Y tú quieres besarme de una vez? -te mordiste la lengua después de eso, sintiendo tus mejillas empezar a arder.
Se acercó suavemente a ti y te besó tiernamente. Dejasteis de besaros y separando sus labios de los tuyos apenas un milímetro, susurró:
-Quiero intentarlo contigo.


Fin. 

1º Imagina.


"Por tramposa, princesita del gorro blanco."

Cogiste tu chocolate con churros y te sentaste en la mesa de esa cafetería. Hacía mucho frío en este mes de enero y parecía que dentro de nada se pondría a nevar. Te quitaste tu gorro de lana blanco y lo dejaste a un lado de la mesa. Inspiraste el vapor que soltaba el chocolate. Habías tenido suerte por conseguir la mesa, estaban todas ocupadas. Mojaste el primer churro y diste un sorbo de chocolate. Te fijaste en la cola que había cerca del mostrador y luego un chico moreno de ojos azules celestes se te acercó. Con un pañuelo limpió tu nariz, y más delicadamente tus labios.
-¿Qué haces?
-Estabas llena de chocolate. -dijo sentándose a tu lado- Soy Louis, me gustan las zanahorias y las chicas a las que le gustan las zanahorias.
-Interesante…
-¿Y tú no me dices tu nombre?
-No suelo hablar con desconocidos.
-Por favor… ¡no somos desconocidos! Llevamos unos 42 segundos hablando, ¡toda una vida!
-soltaste una carcajada- Soy ( TN ).
Perdiste la noción del tiempo mientras hablabas con él. No habías parado de reír, tenías hasta agujetas. Casi te caes de la silla unas cuantas veces.
-Es tarde, ya son las ocho, mejor que me vaya a casa.
-Yo me pediré otro chocolate.
-¿Nos damos los números o algo para volver a encontrarnos?
-No me des tu número, porque sé que el destino hará que nos volvamos a ver.
Extrañada por lo que había dicho el moreno de ojos celestes te fuiste a casa, mientras que él, cogía el gorro de lana blanco que te habías olvidado y comprobaba que había acertado en lo que había dicho.



Te habían caído los libros por quinta vez y te habías chocado con otras tantas personas. Tenías las orejas congeladas, habías perdido tu gorro y no tenías ni idea de dónde estaba. Cogiste tus libros y corriste intentando no llegar tarde a la UNI. Cruzaste rápidamente por una de las muchas calles que te quedaban. Todo esto por perder el autobús. Te paraste en seco y te quedaste mirando por el cristal de la cafetería de ayer. ¡Era él! ¡Estaba allí! ¡En vuestra mesa y con tu gorro blanco puesto!
No te daba tiempo a entrar, así que te fuiste hacia el paso de peatones. ¡Pero aún así ibas a recuperar tu gorro blanco!  Cuando se puso en verde ibas a cruzar, pero diste media vuelta al escuchar a alguien gritar tu nombre. Te giraste para descubrir a Louis, con tu gorro blanco puesto, corriendo hacia ti.
-¡Hola ( TN )!
-¡Hola Louis!
-¿A dónde vas?
-A la UNI.
-Mmm… ¡Ya sé! ¡Vamos a tomar churros con chocolate!
-No me da tiempo…
-¡Pero no pasa nada porque faltes un día!
-Louis…tengo examen a primera hora.
-Vaya… Parece que hoy no va a poder ser. Déjame por lo menos acompañarte.
Tú asentiste y fuisteis riéndoos todo el camino. No había ningún momento en el que pararas de reírte con él. Cuando llegasteis, él te abrazó y tú entraste a la clase del examen. Este había salido bastante bien, teniendo en cuenta que no habías dejado de recordar todas y cada una de las palabras que te había dicho Louis, pero aún te quedaban cinco horas antes de poder salir de allí.  El profesor de lengua entró, estabas preparada para una hora en la que te dormirías casi seguro. Después de empezar a dar la clase, el conserje entró por la puerta.
-El hermano de ( TN ) ha venido a buscarla.
Pasaste a ser el centro de atención. Recogiste tus cosas y te acercaste al profesor.
-No sabía que tenía un hermano.
-Yo tampoco.
Bajaste las escaleras y pusiste los ojos en blanco al verlo.
-¿Que haces aquí?
-Dijiste que tenías examen a primera hora y por eso no podías venir, la primera hora ya acabó, por lo que ahora si puedes venir. -Sonreíste, ¡había venido a buscarte!
-Buen plan, pero… es que yo no tengo hermanos.
-Ahora ya lo sé para la próxima.
-¿A dónde me llevas?
-Ya lo verás.

Caminasteis hasta un parque lleno de columpios, cercano a un instituto abandonado. Tras el edificio se extendían unas escaleras.
-¿Vamos a subir los cien escalones? -conocías la tradición y el lugar.
-Sí, tengo algo para ti allí arriba.

Quizás fueron las palabras de Lou, pero te habías motivado e incluso tirabas por su brazo para llegar antes. La motivación aumentaba, pero no eras de las que tenían mucha resistencia y, por la mitad de aquellos escalones, ya no podías más. Te sentaste en el descanso de estas, mientras Louis llegaba hasta ti.
-¿Ya cansada? -asentiste.- En pie princesa.
-No soy una princesa. -obedeciste, y aun estando un escalón por encima de él, no eras más alta.- No tengo corona.
-No, pero tienes un gorro blanco. -sacó tu gorro del bolsillo de la cazadora y te lo colocó en la cabeza. Una corriente eléctrica sacudió tu cuerpo mientras lo hacía y, sorprendida, agradeciste que te cogiese en brazos, pues tus piernas estaban a punto de flaquear. Rezabas porque tu corazón no se escuchase desde fuera mientras seguía subiendo escaleras contigo en brazos.
Te bajó de sus brazos al llegar arriba, y te obligó a mirarlo.
-Cierra los ojos, princesita del gorro blanco. -hasta que lo hiciste no te dejó darte la vuelta. Te guió unos pasos y te hizo sentarte en una silla.- Bien, ya puedes abrirlos.
Tus ojos se abrieron, pero como platos, al ver que estabais solos sobre aquella colina, sentados en una mesa y con un plato de churros y una gran taza de chocolate caliente.
-Vaya, Lou...
-¡Vamos a jugar! ¿Conoces el juego de los churros con chocolate, verdad?
-Sí. ¡Pienso dejarte la cara echa un asco! Y yo empiezo. Véndate los ojos, venga.
Hiciste trampa, utilizando el churro para mancharle la cara completamente a propósito, pero él fue más hábil y consiguió morderlo. Quedándose con la cara completamente manchada.
-Bien, tramposa, te toca vendarte los ojos.
-Estoy lista, pienso atraparlo a la primera y sin mancharme.
Sonreíste, y sí atrapaste algo a la primera, y sí sabía a chocolate. Pero no era precisamente un churro. Si no algo más fino y carnoso. Los labios de Louis.
Abriste los ojos cuando él te desató lentamente el pañuelo. Ni un sonido inteligible fuiste capaz de musitar.
-Por tramposa, princesita del gorro blanco.
-A partir de ahora haré trampas siempre. -sonreíste sobre sus labios antes de volver a unirlos.


Fin.